Soulseller, 2015
“Y el infierno se ha desatado”, es la mejor descripción para esta nueva entrega de Mr. Roger Tiegs, más conocido como Infernus y su bestia GORGOROTH.
Consideremos que ya han pasado casi seis años desde Quantos Possunt ad Satanitatem Trahunt (Regain, 2009), disco que nos trajo de vuelta ese sonido simple, frio, macabro, que destacó a GORGOROTH sobre mucha porquería que afloró en los dominios del Black Metal hace casi dos décadas (Hola Gaahl y King Ov Kindergarten, perdón, ov Hell).
Pues bien, esta largamente esperada nueva entrega de la negra, pestilente y muerta planicie de Mordor (lease GORGOROTH), sin duda es notablemente superior a su predecesora, en todo sentido, ya que este disco es intenso, potente, frio y electrizante, recordando de inmediato a placas como Pentagram (Embassy, 1994), Antichrist (Malicious, 1996) y Under the Sign of Hell (Malicious, 1997), en sus estructuras, con un sonido obviamente más pulido, cortesía de Asklund y sus estudios Monolith.
Bueno, volviendo a las estructuras, se aprecian esos riffs que Infernus hizo su marca registrada durante los ‘90 (ojo King ov Primary School, perdón otra vez, Ov Hell, “Marca Registrada”) y que formó la cofradía hacia esta bestia negra. Asklund nuevamente se luce tras los tarros con su pulcra y detallista ejecución, mención aparte su gran trabajo tras la mesa de grabación, quizás la voz de Atterigner (proveniente de los serbios TRIUMFALL) sea un poco chocante al principio, pero se adapta perfectamente a esta nueva etapa de la banda, con vociferaciones profundas, muy distintas a las de Hat, Pest y Gaahl, dándole un toque distintivo bastante agradable a nuestros condenados oídos. Completando esta ecuación tenemos a Böddel (Frank Watkins de OBITUARY), en bajo, desempeñando muy bien su labor de llevar el pulso de esta placa con sus bajas frecuencias.
Estamos frente a uno de los mejores discos de la banda, después de su trilogía inicial, la cual siempre he encontrado insuperable, ya que en mi humilde opinión los discos con Gaahl mostraban a un GORGOROTH débil (a excepción de Destroyer – Nuclear Blast, 1998).
Lo demás se los dejo a su libre albedrio.
Rodrigo Jiménez