Nuclear Blast, 2015
No me esperaba para nada estar comentando discos como estos, que según mi opinión, ya no cabían mucho dentro del amplio abanico que tenemos abierto dentro de nuestros radares. Como lo he dicho antes, “le perdemos la pista a muchas bandas”, sobre todo cuando empiezan con sus desastrosos cambios de alineación y sobre todo, de dirección musical, cosa que termina alejando y confundiéndonos a todos. Siempre voy a preferir dedicar mi tiempo a una banda que trata de hacer algo nuevo desde las profundidades.
Para mi FEAR FACTORY ya había tenido su mejor vida con sus primeros trabajos, sobre todo con Soul Of A New Machine (Roadrunner, 1992). Luego del vendaval de aplausos y elogios que le siguieron en los noventa, el cuarteto de Los Angeles andaba literalmente “por las nubes”.
Para mi sorpresa, y gracias a Nuclear Blast que nos bombardea con su nutrido catálogo, me alenté a darle una oportunidad a este disco. “Más de lo mismo dirán”, “no han cambiado mucho”, “banda plástica”, etc. etc. etc. Son muchas las malas vibras que los más “trues” podrían lanzarles, sin embargo, hay que reconocer los méritos que estos grupos tienen, sobre todo por el aporte que han hecho a la música extrema, ayudando a definirla como algo más tangible y quizás lo malo, menos temerosa. Lo cierto es que las dos almas primigenias de este acto, Burton C. Bell -voz- y Dino Cazares -guitarra- hicieron las pases luego de sus comentadas diferencias en la prensa. Junto a Mike Heller -batería- y Tony Campos -bajo- lograron plasmar la vieja esencia de la banda, esa que alguna vez brilló más de la cuenta en los mejores años del grupo -segunda mitad de los noventa-.
En lo musical esta banda no ha cambiado nada, menos en lo lírico que sigue enfocada en su temática futurista y apocalíptica.
Me quedo con que Genexus hará mover el culo de estos thrashers a lo largo de todo el mundo, incluyendo una nueva visita por Sudamérica. ¿Cuánto van a durar? El tiempo lo dirá. No me sorprendería nada!
Andrés Padilla