Con el clásico Living After Midnight, JUDAS PRIEST se despidió ayer de un Movistar Arena repleto de gratitud y felicidad. No era para menos tras el espectacular show de dos horas y fracción que despacharon los británicos en Santiago. Junto al poderío y decibeles de sus compatriotas MOTORHEAD, cuestionados de si podían presentarse anoche tras un incidente que tuvieron en Brasil hace unos días atrás, con su líder Ian “Lemmy” Kilmister, cancelando un show por problemas estomacales, el ambiente fue el preciso para que fuera una noche de esas “inolvidables”.
Afortunadamente las fuerzas de la oscuridad se alinearon para que el martes 5 de mayo fuera un día perfecto para el Heavy Metal en Santiago, ciudad que hace rato viene cargada de stress, necesitando desahogarse con espectáculos como estos, donde a pesar del alto costo de las entradas, los bolsillos hacen mirada ciega con tal de poder ver en vivo y en directo a estas dos leyendas del Heavy Metal, leyendas que por cierto, nunca se sabe si regresarán -más de 40 años de escenario y “mambo” no pasan en vano-.
Superiores en todo sentido y comandados por el inconfundible “dios del metal”, Rob Halford, JUDAS PRIEST dio cátedra mostrando todas sus insignias. Con filosas y perfectas guitarras comandadas por Glen Tipton y su nuevo aliado, Richie Faulkner; junto al monstruo de Scott Travis en la batería, el ex yerno de Halford, Ian Hill atrás, todo acto de perfección era posible lograrlo.
Cuando salió “La bestia” al escenario, fueron otras las sensaciones. Me pareció ver a un gigante. Y que me perdonen los seguidores de MOTORHEAD, pero al lado de JUDAS, ayer al menos, parecían de segunda división. Si no es por la incombustible potencia de Mikkey Dee en los tarros, el tío Lemmy debería pensar seriamente en un break temporal. Phil Campbell también me pareció bastante flojo y errático. No hay que mal interpretar las palabras cuando digo eso, ya que con las toneladas de decibeles que nos acostumbran a cachetear en sus conciertos, MOTORHEAD hizo lo suyo en su hora y quince minutos que se paró, insisto, inmóvil, en el Arena. Faltaron varios clásicos y de seguro, de los quince mil asistentes de ayer, un mínimo porcentaje de ellos entendió al menos un par de palabras de lo que decía Lemmy cuando hablaba entre canciones. No hubo sorpresas, no hubo muchos puntos altos, más allá de los siempre efectivos caballitos de batalla que tienen en su repertorio.
Aguante MOTORHEAD, la leyenda está de todas formas inmortalizada con tremenda discografía.
Tanto en escenografía, puesta en escena y espectacularidad, JUDAS siempre fue más. La audiencia lo sintió así y con la evidente energía que recibía la banda de Birminghan desde las tribunas, todo parecía perfecto. Visualmente era un atractivo extra ver el brillante atuendo de cuero que lucían los PRIEST. El dinamismo del show además jugó a su favor cuando los reyes del NWOBHM despachaban inteligentemente varios lentos en los cuales pudimos apreciar nítidamente la capacidad vocal de Halford, que para sus casi 65 años, cuesta creer que sus cuerdas vocales siga dando el ancho de un veinteañero.
JUDAS PRIEST estuvo notable. De película como se dice. No puedo encontrar puntos bajos más allá de si tocaron o no algún tema que el público esperaba. Fueron diecisiete cortes que de “pe a pa” sonaron como extraídos de la tornamesa.
No puedo olvidar algo muy importante, la impecable presentación de los teloneros INQUISICIÓN, quienes también tuvieron un saldo positivo tras su apretada presentación de ayer, que en treinta minutos los dejó demostrar que en Chile también es posible escuchar Heavy Metal hecho a la vieja usanza y lo más importante de todo, de calidad. Manolo Schafler en guitarras un verdadero arquitecto del underground, ha sabido mantener flameando la bandera del Heavy Metal tradicional chileno.
Asumo que la mayoría de los asistentes, tiene un sentimiento parecido. Seguramente podrán discrepar de mis palabras sobre MOTORHEAD., pero en ningún caso contradecir que el martes se vivió una noche mágica y donde al unísono, todos alzamos nuestras manos para hacer que la música fluyera ardiente por nuestras venas.
Larga vida al Heavy Metal!
Andrés Padilla
Set list
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Fotos por Miguel Fuentes y Roberto Vergara.