IX
Candlelight Records, 2014
Desde sus inicios Corrosion Of Conformity ha estado permanentemente reinventándose. Desde el hardcore punk a ser pioneros en el crossover, pasando por guiños al thrash, metal más purista y una mixtura de stoner con tintes metaleros.
Para nadie es novedad la evolución de Woody Weatherman, Mike Dean y Reed Mullin; más aun entendiendo que los tres músicos han participado de C.O.C. desde sus primeras etapas. Evolución que plasman en su más reciente álbum IX de manera muy vehemente. Lo que es totalmente cierto es que en este nuevo disco los oriundos de Carolina del Norte entregan una sobrecarga de riffs espesos y lentos, baterías densas y una vocalización más propia o cercana al stoner/sludge rock que al furioso crossover de sus primeros discos o al metal más purista de su etapa noventera.
Podría decirse que no viene al caso citar otras bandas para orientar en el sonido que C.O.C. logra cuando se embarca en este tipo de sonoridades, pero hay referencias que pueden ayudar a comprender esta etapa de la banda. Lo que es evidentemente claro es que IX es un disco que de seguro será de preferencia para quienes gustan de lo desarrollado -contemporáneamente- por bandas del estilo de Down y similares. No hablaremos de stoner en el sentido más purista del término (buscarle parentezco con Kyuss u otras luminarias del estilo no viene al caso), pero si podemos decir que se trata de un disco muy bien logrado de música pesada, en el sentido más literal de la frase. Hay excepciones, como los guiños al punk de Denmark Vesey; The Nectar, que hace un mixtura más que interesante entre velocidad y caídas llenas de riffs y voces al más puro estilo stoner; Trusker, que a los más nostálgicos de la etapa noventera de la banda les traerá inmediatos recuerdos. IX es un disco de composiciones llenas de una pesada cadencia. Riffs que se arrastran por sobre los patterns de batería y una voz que viene a completar el espectro para lo que podría ser una muy buena banda sonora para una buen viaje en alguna sustancia para abrir la mente y los pensamientos.
Podemos citar referencias obligadas a Black Sabbath o la etapa más conceptual de Black Flag, sobre todo en las guitarras y forma de acelerar/desacelerar algunos temas. En líneas generales -para quienes gustan del estilo- no será un mal disco. No obstante queda la percepción que algo faltó en la cuenta final. Sin duda se trata de un álbum de una banda que se encuentra en otra etapa de su desarrollo musical, más cercano a las raíces del metal que al desenfreno y velocidad de sus primeros años.
Matías Álvarez Leonicio