Deicide – Kataklysm
Jueves, 18 de Mayo, 2023.
Espacio Marina, Talcahuano
Bandas invitadas: Human Vestige y Soulburner
Producción: Rec Metal Bar
Texto Por Carlos Avalos
Fotos por Gonzalo Hidalgo Bastien (@zeropooker)
Por lo general cuando hago reviews de bandas internaciones me gusta hablar de las bandas soporte. Esta vez por motivos de fuerza mayor no pude ver ni a Human Vestige ni a Soulburner; ambas bandas de la octava región. Tampoco pude ver a Kataklysm en su totalidad. La razón es que estaba trabajando para este evento, siendo una de mis pegas ir a buscar a Kataklysm y Deicide al aeropuerto de Concepción. Así que no fue porque estaba en la inmediaciones chupando con los amigos. Al menos esta vez no fue así. Así que me abocaré a lo que pude ver de Kataklysm y me extenderé un poco más con Deicide.
Los que conocen a Kataklysm saben que los dos primeros discos, el “Sorcery” y el “Temple of Knowledge”, de 1995 y 1996 respectivamente, junto con el EP “The Mystical Gate of Reincarnation” corresponden a la etapa más enferma y desquiciada de los canadienses. En aquel entonces las voces las hacía Sylvian Houde y para muchos esa es la mejor época de la banda. Luego fue el bajista Maurizio Iacono el que tomó el lugar de Houde y desde ese entonces hablamos de otro Kataklysm. Quienes esperaban ver a la banda tocar cualquier tema de los tiempos de Houde, olvídenlo. Y quizás sea mejor así puesto que no creo que haya ser humano en este mundo que pueda emular a Houde. De todas formas Kataklysm es hoy en día una banda grande que tiene una fanaticada que comulga sin problema con todo lo que vino después de los discos mencionados y me atrevería a decir que hay fans que prefieren esta versión, digamos, menos esquizofrénica. En todo caso el show que presentaron estuvo potente y con excelente sonido, destacando clásicos como “The Embassador of Pain”, “Crippled and Broken”, “As I Slither” e “In Shadows and Dust”. Me llamó la atención que la banda tocara sólo un tema del último disco: “Killshot”.
Vamos con Deicide. Ya perdí la cuenta de todas las veces que Deicide ha tocado e Chile. Recuerdo eso sí la vez que un fan le tiró una biblia en llamas a Benton cuando tocaron en el ya inexistente Gimnasio Nataniel allá por el año 2005. Lo cierto es que esta vez fue la primera en que tocaban en la Octava Región y nada menos que presentando en su totalidad el insigne e infame “Legion”; segundo disco de estudio con ya más de 30 años de existencia y para muchos el mejor trabajo de los americanos. Otros consideran que es el disco homónimo el que debiera llevarse toda la gloria. Pero eso es para discutirse en alcoholizadas veladas de trasnoche. Deicide partió al tiro con el “Legion” y fueron 30 minutos de caos sónico que al principio no se entendía muy bien. Pero eso no es nada nuevo. Todas las veces que he visto a Deicide he sentido que el sonido no es el mejor, pero quizás así está pensado porque siempre pasa lo mismo. De todas formas fue mejorando a medida que pasaban los temas.
Como el “Legion” dura apenas 30 minutos la banda tenía harto rato para desempolvar otros clásicos de su extenso catálogo y eso fue lo que hicieron, de hecho no tocaron absolutamente ni un tema del último disco, el “Overtures of Blasphemy”, que dicho sea de paso, ya tiene 5 años a la fecha. Los temas fueron: “Once Upon the Cross”, “When Satan Rules His World”, “They Are the Children of the Underworld”, “Scars of the Crucifix”, “Sacrificial Suicide”, “Homage for Satan” y “Dead by Dawn”. Extrañé “Serpents of the Light”. Debo mencionar que un tema que quería ver cómo iba a ser ejecutado era “Homage for Satan”, que en su versión original es ejecutado por Jack Owen y Ralph Santolla, fallecido en el 2018. Aquel tema, con unos solos de guitarra sorprendentemente melódicos, es posiblemente el tema más “heavy metal clásico” que tiene Deicide. La ejecución estuvo precisa y los guitarristas Kevin Quirion y Taylor Nordberg, que ahora acompañan a los miembros de siempre, Glen Benton y Steve Asheim, le hicieron justicia a esa memorable canción. En cuanto a la respuesta del público debo decir que estuvo medida. No paso absolutamente nada. Hubo mosh, cierto, pero todo medido y sin dificultades se llegaba hasta la reja del escenario. Ahora, en cuanto a sonoridad, era mejor estar un poco más atrás y al centro. En cuanto a cantidad de público esperaba mayor concurrencia. Ya con varias aventuras a la Octava Región uno se puede dar una idea de más o menos cuanta gente acude a estos shows. Falta más gente. Repletar el Espacio Marina. Creo que esa es la meta. Y ojalá suceda porque sólo con el apoyo de la fanaticada local podrán seguir haciéndose shows internacionales de calidad en la Octava Región.
Algo que merece mencionarse. El ver un show en el cual uno está involucrado le da a uno una visión más completa de todo lo que hay detrás. No se imaginan cuantas cosas pueden salir mal ni de cuantos detalles importantes hay que preocuparse. El timing es crucial. Hasta que el conductor del van sepa los atajos de las calles para llegar antes a donde haya que llegar, pesa. Y conocer a las bandas no sólo como artistas que se presentan en el escenario sino que como personas, con todas sus virtudes y defectos es una de las cosas que rescato de la experiencia de participar en estos eventos. ¿Cómo es Glen Benton en persona? se preguntarán muchos. Se dice mucho de un personaje como Benton, por ejemplo, que el hueón es más pesado que la cresta. La verdad es que estuvo de muy buen humor en Talcahuano. Echaba la talla, se acordaba de la primera vez en Chile y sus requerimientos en cuanto al catering no fueron nada del otro mundo. Steve Asheim también estuvo relajadísimo. No olvidaré jamás que le dije a Steve, que andaba antojado de McDonald’s, que cerraban a la 8:00 y que si quería una hamburguesa de ahí iba a estar fría cuando terminara el show. Steve me responde: “Da lo mismo, se puede calentar en un microondas”. Así de relajado. Tuve suerte, quizás en otros lares y bajo otras circunstancias hubiesen andado más densos. Pero todo es relativo. Súbanse a un avión, viajen 15 horas, luego agarren otro avión, y vayan a la prueba de sonido, y luego al hotel, y luego a comer, dar la presentación, de vuelta al hotel, luego agarrar otro avión, y otra ciudad y otro país con casi nada de tiempo como para conocer la ciudad donde están y después de todo eso me cuentan cuán simpáticos quedan con todo el trajín.
Por Carlos Ávalos.
Agradecimientos especiales a Gonzalo Hidalgo por las fotos y a Rec MetalBar.
P.D.: La producción consiguió hamburguesas, pero no del McDonald’s.
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