The Ghost Of Orion
Nuclear Blast, 2020
¿Puede un disco transmitir con total vehemencia y claridad las sensaciones y procesos que vivieron los músicos antes y durante de escribirlo? Pues claro que sí. Sobre todo, en estilos más emparentados con la emocionalidad y el lado oscuro de la vida como el doom metal.
El regreso -en gloria y majestad- de uno de los puntales del famoso “tridente” inglés del doom es una muestra de ello.
The Ghost Of Orion tiene mérito de sobra para inscribirse en el listado de discos fundamentales de My Dying Bride. Y esta sentencia no es antojadiza: el nuevo material lanzado por la banda tiene una contundencia tal que fácilmente puede estar a la altura de registros indelebles como Turn Loose The Swans (1993), The Angel And The Dark River (1995) o Like Gods Of The Sun (1996).
Da la impresión de que My Dying Bride se reconectó con las raíces profundas de su música. Y esa reconexión es una entrega musical visceral, honesta y -por sobre todo- plagada de una oscura emocionalidad. Acá no hablamos de las exploraciones musicales que en su momento hicieron bandas como Anathema o Paradise Lost (los otros dos puntales del “tridente”), hablamos de que My Dying Bride reafirma su posición como una de las agrupaciones que más fieles se han mantenido al estilo que remeció el escenario mundial de la música extrema en los albores de la década del ’90.
The Ghost Of Orion es una entrega musical maciza y cuya composición en manos del guitarrista Andrew Craighan es el nexo perfecto con las letras de Aaron Sainthorpe. Es el mismo cantante quien -al parecer- usó el nuevo disco como un escape a los aciagos tiempos que debió vivir a raíz de temas personales como la terrible enfermedad de su hija. Y esa es la sensación que deja el álbum: es un disco escrito desde una absoluta honestidad.
Ya desde el primer single lanzado previo a la publicación del álbum, Your Broken Shore, los oriundos de Staffordshire dejaron en claro que el regreso no era antojadizo ni lleno de canciones “fillers”. ¿Cuántos discos hay -hoy en día- de los cuáles podamos recordar con exactitud todas sus canciones?, pocos, a decir verdad. Y es ahí donde está el talento de los músicos y la forma en la cual concibieron y llevaron a cabo este disco.
Canciones como To Outlive The Gods o The Old Earth se entraman perfectamente con la atmosférica The Solace, un track donde la guitarra de Craighan se une a la voz de Lindy Fay Hella (Wardruna) en un track de tintes absolutamente épicos. The Long Black Land, lleva nuestra memoria auditiva a álbumes como The Angel And The Dark River, así como The Old Earth hace lo propio con reminiscencias a Turn Loose The Swans.
Mención aparte al manifiesto personal -doloroso y desgarrador- de Sainthorpe en Tired Of Tears relatando la desesperación de un padre ante la enfermedad de un hijo. Recordemos que fue el mismo cantante quien explicitó cómo un cáncer estuvo a punto de acabar con la vida de su hija y que parte de esas sensaciones fueron plasmadas en las letras del álbum.
Elementos clásicos de My Dying Bride también están presentes en el disco. Y también nuevos horizontes musicales como los arreglos corales con viola del track que cierra el álbum: Your Woven Shore.
Estamos ante uno de los discos con pergaminos suficientes para inscribirse dentro de lo mejor de 2020 cuando se hagan los resúmenes de fin de año. El regreso de My Dying Bride no podía ser de otra manera y al escuchar este tipo de discos se puede concluir que el doom metal mantiene un nivel de versatilidad que lo sigue haciendo uno de los estilos más interesantes para explorar.
Matias Álvarez