Con dos experimentos sónicos de más o menos 35 minutos cada uno, hay que tener tiempo, y bastante, para lograr apreciar a la banda italiana MALASANGRE, pero si se lo dan, es posible que la pena bien lo valga para todos aquellos que se deleitan con el doom, con el sludge doom o con el funeral doom. Fans de black metal también puede que enganchen con la propuesta debido a la voz carraspeada del vocalista que se hace llamar "EM-00". No, en serio, no estoy hueviando. Chequeen los otros nombres de los miembros de la banda, todos en esa línea. Me pregunto qué tipo de droga alucinógena habrá que probar para ponerse esos nombres.

Pues bien, MALASANGRE, que se formó en el 2000 y que apenas ahora vengo a descubrir, ya tiene tres discos editados, incluyendo este. El primero, A Bad Trip To..., del 2002, más sicodélico según cuentan, y que no viene con canciones muy largas, Inversus del 2005, donde ya se van en la volada de las canciones súper largas, entregando al mundo 3 canciones en 53 minutos. Luego la banda desaparece de la faz de la tierra y vuelve recién este año a editar el disco que con siniestro placer comento ahora. No olvidemos el Split de 4 bandas Church Of The Flagellation del 2004, donde la banda aporta un seductor tema de casi 17 minutos y que pueden escuchar en la página MySpace.

Pero vamos a este disco en particular. Dependiendo a quien le pregunten y tomando en consideración los gustos personales esto podría ser catalogado como una increíble obra de doom metal ultra lento y apocalíptico de asombroso alcance emocional y matizado con una buena dosis de sicodelia seguramente alimentada por el consumo de drogas, o bien podría ser considerado como una larga y tediosa obra sin sentido que no apunta a ninguna parte. Pero como dije al principio, hay que darse el tiempo necesario para realmente poder disfrutar de esta joyita, que en el peor de los casos hace de excelente música de relajación o de introspección; de hecho la música invita a la contemplación del cosmos, a encontrar las grandes verdades ocultas y por qué no, a fumarse un buen pito de marihuana e irse en la tremenda volada, y en el mejor de los casos podrán descubrir cosas bastante interesantes, como que en el segundo tema "Na Ma", hay una parte donde los riffs recrean un poco la canción "Empty Spaces" del disco The Wall de PINK FLOYD en versión mucho más densa y distorsionada. Es posible, y habría que indagar al respecto si hay influencia de PINK FLOYD, pues probablemente de allí viene toda la sicodelia que permea todo el disco. En todo caso, aquel parecido se nota única y exclusivamente después de los diecinueve minutos.

En cuanto a lo estrictamente musical, Lux Deerit Soli es una obra minimalista, pero con matices, pues aunque las guitarras, simples y monolíticas parecieran apoderarse de toda la obra, hay interludios y pasajes semi acústicos que dan singular realce a los dos temas. La voz, semejante a la de BURZUM, podría hacer creer que se trata del mismo Conde Grishnackh, pero nunca tan desquiciada como la del maestro. Y he allí otra obvia influencia. Así que fans de BURZUM se les recomienda chequear esta placa. Inexorablemente, los dos cortes jamás se aceleran, lo que podría fastidiar a algunos, pero la obra es un éxito en recrear lúgubres lugares en la mente y a hacer que el oyente en realidad vuele con la música hacia donde sea que su imaginación lo lleve. Es posible que las canciones sean excesivamente largas y que las ideas hayan podido haberse dado a entender en menos tiempo, pero creo que la idea de la banda es considerar cada tema como parte de un rito en el cual uno entra en trance. Esa es la única forma en que se entiende que cada corte dure 35 minutos.

Sin lugar a dudas este no es un disco fácil. Así, a primera escucha no será muy evidente todo lo que digo, pero denle un par de pasadas por el equipo y el disco poco a poco irá revelando su inusual y singular belleza. Sólo tienen que darse el tiempo.

[ Carlos Ávalos ]